Ya había dicho que después de
Fredito no iba a volver a tener mascotas. La pena de perderlo fue tan grande, que no quería encariñarme otra vez con un animalito. A los dos días de su partida, un buen día salía de mi trabajo a la hora de mi almuerzo, encontrándome con un gato justo al pie del edificio. Estaba él todo compungido, arrinconadito en el poste, con una carita que pedía ayuda. Lo vi de lejos con pena. Me quedaban muchas cosas por hacer en el día, así que pasé de largo. Habían transcurrido unas cuatro horas cuando volví a bajar del edificio, y volteé a ver al poste y él seguía ahí. Esta vez me acerqué y me impactó mucho el estado calamitoso de este bebé. La piel de su mejilla guindaba, el lomo tan abierto que casi podía ver sus vértebras, y otra herida similar un poco más atrás. Busqué un cartón, y él gustoso accedió a meterse ahí dentro. Lo llevé a un hogar de mascotas de la calle, pues me quedaba cerca. El dueño del hogar lo vio y pidió una inyección. Ingenuamente pregunté: y para qué la inyección?? "Estefa, para hacerlo dormir... lo veo muy mal y es preferible eso a que siga sufriendo. Acá hay otros gatos, así que puedes adoptar a otro que esté sano". Snif. Bueno, supongo que debo hacerlo. "A menos que te comprometas a curarlo y cuidarlo, lo cual te va a costar dinero y tiempo". Chanfle..
En el hogar de animales de la calle me recomendaron al veterinario más lindo de la ciudad. Agarré el gato, lo metí en una de esas cajas bonitas que me prestaron, y me lo llevé. En el consultorio del vet sacamos algunas hipótesis: 1) se habría enganchado con alambres de puas, que le habían despellejado la piel; 2) se habría encontrado con algún pitbull y con suerte salió vivo de esa paliza; 3) lo querían hacer chaulafán y salió soplado. De cualquier forma, sí había solución. Lo durmieron (solo con anestesia), le pusieron un suero con vitaminas, antibióticos, y como treinta puntos para coserle toda la piel. Le cogieron varios puntos en su mejilla, así que lo bauticé como Tony Montana.
Tonycito llegó a mi casa sedado, y mi madre pegó el grito al cielo al verlo. Pero cómo puedes recoger a ese gato inmundo, que enfermedades tendrá, blabla. Después de una hora, ella mismo le inyectó las vitaminas. Detrás de ese cuerpito desfigurado, sabía que había un diamante escondido. Una vez que se le fue el susto y el efecto de la anestesia, abrió sus ojos celestes, levantó su larga cola. Era un gato siamés, seguramente había estado bajo el cuidado de alguien, pero por alguna razon vino a parar a mis manos.
Tony Montana: Día 2Desde que encontré a Tonycito han pasado casi dos meses. Del hueso y pellejo que encontré, ahora es un gato gordo, lleno de vida, muy ágil, cariñosísimo, y muy fiel. Es el gato más parecido a un perro que he tenido: cuando llego no ladra ni me lame, pero sí maulla para que lo coja y lo acaricie. Me persigue a todos lados, y es excelente compañía cuando estoy sola en casa. Le fascina dormir en mi cama, y ronronear a mi lado. He notado que por las noches, cuando duerme a mi lado, a veces mira fijamente al vacío, como si ahuyentara a un fantasma. No quiero hacerle mucho cerebro a ese tema, pero lo cierto es que siento que es mi guardiancito. :)